El punto de partida de este proyecto es la historia de la piscina La Isla, ideada en 1930 por Luis Gutiérrez Soto, cuya forma de transatlántico anclado en medio del río Manzanares permitió a la ciudad sumarse a las corrientes higienistas de la época. A través de la historia de esta arquitectura el proyecto fue creciendo e incorporando otros aspectos en torno al río que nos permiten volver a asomarnos a su cauce, y así profundizar sobre cuáles fueron las relaciones de sus habitantes con las aguas de la ciudad en los comienzos del ocio acuático, mucho antes de la llegada de los vuelos de bajo coste. Las piezas componen distintas miradas en el tiempo que re-dirigien el cauce del río Manzanares en la memoria presente de sus conciudadanos. Este ejercicio se realiza dentro de una ciudad que recibió el nombre por sus aguas pero acabó olvidándolas, sepultando sus arroyos y dando la espalda a su propio río.
En los cuadros de Goya de verbenas y bailes “a orillas del Manzanares”, podemos apreciar que el río era un lugar de reunión, de ocio y también de trabajo, que con el crecimiento desmesurado de la ciudad en los años cincuenta quedó cada vez más encauzado, contaminado y finalmente negado por la autopista M-30. El automóvil desconectó la relación entre los distintos barrios, y a su vez, un sistema de presas desconectó el tránsito de las aguas entre norte y sur. En las últimas décadas, con el proyecto de Madrid Río primero y con la apertura de las compuertas que apresaban su caudal después, recuperamos un río distinto. Las islas dibujadas en los antiguos mapas de la ciudad han vuelto a aparecer y por ello más de 90 especies de aves distintas, tortugas, barbos y hasta nutrias disfrutan de sus aguas como lo hicieron los madrileños antaño.
Con la invención de la playa la mirada se dirigió a la costa mientras ríos y arroyos se llenaron de residuos, cemento y escombros, olvidando que los primeros asentamientos humanos se dieron por esas aguas dulces. Recordar esos baños es volver a mirar sus aguas, aguas que nos cuentan la historia de la propia ciudad alejada de los grandes relatos, más cerca del barro de ese riachuelo “breve como una puntilla, pero de esas puntillas de magnífico arte.” (Madrid, Ramón Gómez de la Serna).
En cuanto a técnica, el conjunto de piezas varía desde la escultura, a la obra gráfica y la videocreación y ha sido realizado gracias a las Ayudas a las Artes Visuales de la Comunidad de Madrid 2020 y a las Residencias de Producción Artística de Matadero Madrid 2019.
Las fotografías de este proyecto han sido realizadas por Roberto Ruiz y corresponden a la exposición Las Playas de Madrid en la Galería Juan Silió (noviembre 2022 – enero 2023).